El rabito de Bruma tiene vida propia. O eso debe pensar ella, porque se ha levantado esta mañana con una lucha persistente contra él.
La punta del rabito se movía, y ella no cesaba en su empeño por cazarlo y mordisquearlo.
Otro de sus pasatiempos es enganchar con los dientes una mano, en concreto, la mano de Ángel, y permanecer minutos interminables, con la mano entre sus mandíbulas, así, sin más. La engancha y se queda embobada, mirando la tele.
Cosas de gatos!!!
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